Punto de encuentro para el que busca la Luz, su esencia, su sexto sentido. Es para quien siente la inquietud de crecer y despertar su consciencia. Inquietud por encontrar la espiritualidad intrínseca que tiene por naturaleza y su expresión en la vida y más allá de lo que ven nuestros sentidos físicos y nuestras estructuras adquiridas y aprendidas.

jueves, 4 de junio de 2009

TRABAJO DE AGRADECIMIENTO

Ahora, que puedes , agradece a Dios, Buda, etc. o a la energía en la que creas, por el regalo del presente y la vida que tienes, porque sabes de cierto que la recibiste sin antes haberla merecido.

Besa con ternura a tus padres, pues te fueron prestados por un tiempo tan sólo.
Ama a tus abuelos, pues en ellos está la semilla de tu inmortalidad.
Da a tus hijos la mejor parte de ti, pues es lo único realmente valioso que les dejarás, cuando te vayas.
Viaja ligero, arrojando de tu vida los lastres que te atan a la mediocridad, piensa que la belleza del viaje está en el trayecto, no en el destino; busca la sencillez de tu mirada limpia cuando se refleje en quienes amas; no atesores recuerdos que sí te llevarás contigo como el abrazo de los amigos, el encuentro que compartiste, la brisa que acarició tu cara y el crepúsculo carmesí que un día disfrutaste.

Crece sin que seas una molestia para los demás; ayuda a crecer a otros, porque esta es la forma más bella que Dios te dio para crecer, no seas fatuo por los dones que posees, ellos son un regalo que debe enriquecer tu espíritu, no envanecerlo ni perturbarlo.

No hieras lo que jamás podrás curar y sé siempre transparente en el amor.
Acércate al que no tiene, o no sabe, o necesita de ti, para que tu alma resplandezca cuando compartas lo que tienes, o lo que sabes, o lo que eres.

Perdona siempre, ama siempre, agradece siempre. El amor no necesita de razones para colmar tu espíritu. Si los necesitara, no existiría, pues a la razón siempre le sobrarán motivos para expulsarlo de tu vida, si permites que el egoísmo se apodere de tu corazón.

Que te busquen por lo que eres, no por lo que tienes; que tu mejor dádiva sea la de ti mismo y tu cariño, que tu éxito no se nutra de la derrota ajena y recuerda siempre que no naciste para ser feliz, sino para perseguir tenazmente la felicidad.

Porque hay muchos seres anestesiados, y quizás tú conoces algunos, que ya no tienen tiempo ni siquiera para sentir que están despiertos. En ellos los amaneceres y los atardeceres se han confundido en una rutina asfixiante, estéril y sin sentido.

Hay muchos que ya no tienen padres a los cuales amar, hijos a quienes dar su tiempo, ni amigos que cultivar.
Están solos en medio de la multitud. Por pensar en el futuro, se olvidaron del presente; por crecer egoístamente, se olvidaron de los demás y llenos de cosas superfluas y de vanidades, acabaron a su vez olvidados por todos, o si acaso, tolerados por algunos.

Hay muchos con casas lujosas, pero sin hogares adentro; con grandes posesiones, pero sin un amigo sincero; con mucha sabiduría pero intolerantes e insoportables; inertes y necios creyentes en la conducción de una vida cuyo control no tienen, sino que son controlados por las circunstancias, porque al llenar su vida con tantas trivialidades, sólo son ahora un desfile interminable de detalles patéticos sin colorido ni redención posible.

Hay muchos que viven el desamor y la desesperanza; hay muchos atentos a los intereses bancarios, pero no a su familia; adoradores del becerro de oro incapaces de percatarse del hermoso rubí que fue un día su corazón, hoy convertido en duro diamante, costoso pero que sirve solo para lucirse; hay muchos que tienen que soportar la soledad y el abandono en el retórico y cruel paraíso de su vida vacía. Hay muchos cuyas ilusiones terminaron y siguen vivos; que no necesitan nada y carecen de lo esencial y aquellos que aún están aquí, sin siquiera saber por qué.

Pero tú, que aún tienes tiempo, llénalo de una vida auténtica y no de las ficciones con que tantas veces te conformas.

Arroja de tu corazón el abigarrado equipaje del saltimbanqui con que presumes y revístelo con el cariño que eres capaz de sembrar, porque es lo único que cosecharás.

Piensa que un día sólo serás, como dice el poeta, un viejo y roto violín, lleno de polvo y abandonado en un rincón, pero que podrás recobrar tu antiguo esplendor, ejecutando de nuevo la música que entonces sabiamente pulsaste y que, con sus acordes, proporcionó armonía al universo.

Y así, asombrado verás, que una mañana, el Autor de la Vida podrá llevarte hasta el séptimo cielo y en el silencio de la eternidad, arrancará de ti esa misma melodía antigua que fuiste capaz de ejecutar cuando tuviste tiempo y que aún permanece oculta en el misterio de tu corazón con sus inmortales arpegios, como sonata que canta la maravilla que la vida es y en ti fue.
Para mi querido amigo Ramón Menendez, así como para todo aquel que tenga oidos para oir y ojos para ver.

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