Existe una actitud general en cierto grupo de personas para reconocer cuáles son sus sentimientos , en cierto modo, son analfabetos emocionales ignorantes de la realidad esencial para el éxito en todas las facetas de la vida, incluyendo, obviamente, el mundo laboral.
Esta anestesia emocional constituye una especie de olvido de los mensajes que nos manda nuestro cuerpo en forma, por ejemplo, de jaqueca crónica, dolor lumbar o ataques de ansiedad.
Como por ejemplo la infección que siempre cursa con una inflamación (fuego interno) previa, la infección es una guerra del organismo contra un elemento hostil (bacterias, virus, hongos), en el exterior la guerra no es como antiguamente, que habia aparentemente mas guerras que ahora, ahora la guerra se manifiesta mas a nivel interno aunque no lo apreciemos debido al exceso de antibioticos y medicaciones propios de esta etapa social. En el otro extremo se hallan las personas aquejadas de alexitimia, el término con el que los psiquiatras situan a quienes tienen una conciencia muy difusa de sus propios sentimientos, personas para las que el mundo externo es mucho más claro y preciso que su propio universo interno. Para ellos no existe una distinción clara entre las emociones agradables y las desagradables y, en consecuencia, manifiestan una vida emocional muy limitada que suelen caracterizarse por la ausencia de estados de ánimo positivos. Estas personas, no están en condiciones de diferenciar los matices de la inteligencia emocional y son incapaces de utilizar sus sensaciones viscerales para guiar sus pensamientos y acciones.
Por otra parte estamos permanentemente decidiendo lo que genera un conflicto constante, forma parte de nuestra existencia la polaridad siempre tenemos que renunciar a algo para desarrollar algo lo que provoca una tensión latente y constante.
La conciencia es una habilidad que puede ser cultivada. Según Edward McCracken, ex director general de Silicon Graphics y que se dedica a investigar la capacidad de los empresarios para utilizar la intuición en la toma de decisiones: «En nuestra industria apenas tenemos tiempo para pensar. Es cierto que debemos cumplir con nuestros deberes, pero luego tenemos que confiar en nuestra intuición y no permitir que nuestro intelecto se inmiscuya en el proceso». Por lo que McCracken ha estado sistemáticamente, durante los últimos diez años, a la meditación cotidiana.
Este enfoque constituye una vía tradicional para poder establecer contacto con esa voz interior más silenciosa y más profunda que son los sentimientos y que consiste, en suma, en tomarse el tiempo necesario para «no hacer nada».
El concepto: «no hacer nada» no significa dejar de trabajar sino también dejar de malgastar el tiempo con distracciones a veces vacias como, por ejemplo, ver la televisión o, peor todavía, hacer alguna otra cosa mientras estamos viendo la televisión. «No hacer nada», por el contrario, supone dejar provisionalmente de lado todas las tareas orientadas a la consecución de algún objetivo y hacer algo que permita abrir nuestras mentes a una sensibilidad más intima, introspectiva, profunda y silenciosa. Vaciarnos previamente para podernos llenar de lo que en realidad nos alimenta. Y ahora: habeis probado la meditación?.
sábado, 30 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario