Punto de encuentro para el que busca la Luz, su esencia, su sexto sentido. Es para quien siente la inquietud de crecer y despertar su consciencia. Inquietud por encontrar la espiritualidad intrínseca que tiene por naturaleza y su expresión en la vida y más allá de lo que ven nuestros sentidos físicos y nuestras estructuras adquiridas y aprendidas.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Te disgustas con facilidad??? Aprende a ser rio que fluye

Muchas personas viven en un disgusto casi permanente, pudiendo evitarlo.
Quizás te encuentres en esa situación.
Seguramente hay comportamientos que te molestan de las otras personas.
Quizás te moleste algo que dijo o hizo, o no dijo o no hizo una persona cercana.
Si no le comunicas lo que te perturba, el otro no tendrá ninguna oportunidad de modificar
su conducta.
Hay muchas personas que acumulan estas molestias por días, meses y años.
Y un día ya no lo pueden soportar, rompiendo una relación.
Si se analizan las causas, se descubrirá que los motivos no son tan importantes, pero se sumaron a través del tiempo.
Es mejor que aclares resolviendo las situaciones a tiempo, antes que crezcan se acumulen.
En la mayoría de los casos, si la otra persona te aprecia, buscará una manera diferente de proceder.
Muchos agradecerán sinceramente que se lo hayas dicho, pues su intención no era provocarte un daño .
¿Y si la otra persona no cambia de actitud o no le importa seguir molestando?
Entonces, es mejor que evites esas situaciones, no te comuniques con determinados temas
o evites el contacto con esa persona en las circunstancias que te molestan.
No vale la pena que te alteres el día. Desgastando energía, a veces se nos escapa la energía por los grifos que no sabemos cerrar, un tragar de aquí, un aguantar de allí, en fin debemos vigilar esa perdida energética que no nos conduce a nada positivo.

Ser como un río que fluye

“Un río nunca pasa dos veces por el mismo lugar”, dice un filósofo. “La vida es como un río,” dice otro filósofo, y llegamos a la conclusión de que esta es la metáfora más aproximada al sentido de la vida. En consecuencia, será bueno recordarlo a lo largo de todo el año que viene:
Siempre estamos ante la primera vez. Al recorrer el camino que va desde nuestro manantial (o nacimiento) a nuestro destino (muerte), los paisajes son siempre nuevos. Debemos encarar todas estas novedades con alegría, y no con miedo, porque de nada sirve temer lo que no se puede evitar. Un río no deja nunca de correr.
En un valle, andamos más despacio. Cuando todo a nuestro alrededor se vuelve más fácil, las aguas se calman, nos volvemos más amplios, más largos, más generosos.
Nuestras márgenes son siempre fértiles. La vegetación sólo nace donde existe agua. Aquél que entra en contacto con nosotros, debe entender que estamos allí para dar de beber a quien tiene sed.
Hay que esquivar las piedras. Es evidente que el agua es más fuerte que el granito, pero necesita tiempo. De nada sirve dejarse dominar por obstáculos más fuertes, o intentar batirse contra ellos, pues gastaremos energía en vano. Lo mejor es saber dónde se encuentra la salida, y seguir adelante.
Las depresiones necesitan de paciencia. De repente el río entra en una especie de hoyo, y deja de correr con la alegría de antes. En esos momentos, la única manera de salir es contar con la ayuda del tiempo. En el momento preciso, la depresión se llena, y el agua puede seguir adelante. En lugar del hoyo feo y sin vida, existe ahora un lago que los demás pueden contemplar con alegría.
Somos únicos. Nacemos en un lugar que estaba destinado a nosotros, que nos mantendrá siempre alimentados de agua de modo que, frente a obstáculos o depresiones, podamos tener la paciencia o la fuerza necesarias para seguir adelante. Comenzamos nuestro curso de manera suave, frágil, hasta tal punto que una simple hoja puede detenernos. Sin embargo, como respetamos el misterio del manantial que nos engendró, y confiamos en su Eterna sabiduría, poco a poco vamos ganando todo lo necesario para recorrer nuestro camino.
Aunque seamos únicos, pronto seremos muchos. A medida que caminamos, las aguas de otros manantiales se acercan, porque aquél es el mejor camino a seguir. Entonces ya no somos uno solo, sino muchos, y hay un momento en que nos sentimos perdidos. Sin embargo, como dice la Biblia, “todos los ríos van al mar.” Es imposible permanecer en nuestra soledad, por muy romántica que esta pueda parecer. Cuando aceptamos el inevitable encuentro con el agua de otro manantial, al final entendemos que eso nos hace mucho más fuertes, esquivamos los obstáculos u ocupamos las depresiones en mucho menos tiempo, y con mucha más facilidad.
Somos un medio de transporte. De hojas, de barcos, de ideas. Que nuestras aguas sean siempre generosas, que podamos siempre llevar hacia adelante a todas las personas o cosas que pudieran necesitar de nuestra ayuda.
Somos una fuente de inspiración. Y por lo tanto, dejemos a un poeta brasileño, Manuel Bandería, las palabras finales:
Ser como el río que fluye
Silencioso dentro de la noche.
No temer las tinieblas de la noche.
Si hay estrellas en el cielo, reflejarlas.
Y si los cielos se cubren de nubes,
Como el río, las nubes son agua,
Reflejarlas también sin amargura
En las profundidades tranquilas.

No hay comentarios: