Cuando se pretende que las cosas ocurran de cierta forma o que las personas se comporten según nuestro deseo y esto no se cumple, suele generarse un sentimiento de frustración que denominamos decepción.
Después de un proceso de recuperación se vuelve a creer y a confiar.
Sin embargo, existen personas cuyas expectativas siempre superan a la realidad: podrían llamarse decepcionados crónicos, son personas que tienden a idealizar a la gente, a las cosas o a las circunstancias, esperando siempre mucho más de lo que en realidad pueden llegar a recibir, lo que los lleva a sufrir enormemente ante cada desengaño. Este tipo de personas reune ciertas características:
Suelen mezclar la realidad con lo imaginario, es por esto que carecen de la posibilidad de aceptar a las circunstancias y a las personas tal cual son, incluidos ellos mismos.
Cuando están enamorados se niegan a ver los defectos del otro, esperan siempre lo mejor de sus parejas, piensan que pueden hacer al otro a imagen y semejanza de sus deseos. Este comportamiento da como resultado rupturas y decepciones.
Tiende a idealizar demasiado porque poseen un "yo" inmaduro, similar al de los niños, que requieren constantemente mucha atención de sus padres y del exterior en general.
Viven dependiendo y reclamando gestos y cosas de quienes los rodean. Por ejemplo, tienden a idealizar a cualquiera que les tienda una mano o les demuestre interés, sin detenerse a pensar que esa puede ser sólo una relación circunstancial.
El mejor consejo para no sufrir decepciones es madurar y ser el "mejor amigo de uno mismo".
Además, hay que tener en cuenta estas recomendaciones:
Ponerse como meta el conocerse a sí mismo, tratando de resolver aquellos conflictos que nos impiden hacernos cargo de nuestra vida.
Aprender a quererse, a valorar las propias virtudes y condiciones, a reafirmar la personalidad.
Reconocer los errores, no como una carga, sino como un alivio.
Ser flexible y abrirse a ideas nuevas.
Aprender a tener un comportamiento firme.
Dirigir la vida sentimental sin depender de nadie.
Vivir de acuerdo a los propios deseos y haciendo uso de los propios recursos.
Permitirse experimentar plenamente todas las emociones (desde rabia y tristeza hasta la alegría y el amor).
Disfrutar de los logros personales, por más pequeños que estos sean.
Recuerda: No necesitas compararte con los demás.
En conclusión, para evitar decepciones, lo más saludable es tener presente que las expectativas nunca deben superar las posibilidades.
Una persona que se aferra a no ser feliz, en el fondo se asusta ante la responsabilidad que le produce el generar o mantener ese sentimiento, prefiere dejar todo en manos de otros ya que le resulta más fácil delegar en "alguien el origen de sus alegrías y sufrimientos" .
Hay que tener en claro que nadie puede crear la felicidad de los demás, pues hacerlo forma parte de los potenciales de cada uno. Mantenerse en la frustración o superarla es una acción que esta enteramente en nuestras manos.
martes, 6 de enero de 2009
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3 comentarios:
Cuanta sabiduria hay en estos escritos, gracias por la armonia y la luz que de ellos se desprenden.
Javier Zuluaga.
GRATO LEERLE
BESOS
JEM WONG
Excelente escrito.....!!!!!
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